Lic. Mario Manuel Castro (1939-2020)

Desde la Facultad de Agronomía UNCPBA manifestamos nuestro profundo pesar por el fallecimiento del Lic. en Ciencias Biológicas Mario M. Castro, quien fuera docente investigador de esta Facultad; ocurrido el 09 de enero del corriente año. En su memoria, la profesora Lic. María Estela Ordóñez de Muñiz, lo recuerda a través de estas cálidas líneas:

“Describir a un amigo que se fue de viaje… Mario Manuel Castro, seguirá entre nosotros. Falleció el 9 de enero de este año 2020.
Corría el año 1973 cuando el Instituto Universitario de Olavarría “Alfredo Fortabat”, luego de conversaciones con los integrantes de la Asociación de Apoyo a la Actividad Universitaria, de Azul y la que estaba activa en Olavarría, lograron el acuerdo de la Universidad Nacional del Sur para la creación de un Departamento de Agronomía con sede en Azul.
En Olavarría recibimos por aquellos años al grupo de los primeros inscriptos en la carrera de Ingeniería Agronómica, para que cursaran Química Orgánica, cátedra que estaba a mi cargo. También para entonces, trabajaba como profesor en otras carreras un azuleño muy apreciado, el Dr. Raúl Sarno, considerado uno de los fundadores de la actual Facultad de Agronomía de la UNICEN.
Una tarde, el Dr. Sarno me alcanzó unas carpetas que contenían antecedentes de postulantes para cubrir un cargo de profesor de la Cátedra de Química Biológica próxima a iniciarse y pidió mi opinión. Las revisé y las devolví señalando mi visión favorable para el Lic. en Ciencias Biológicas, egresado de la UNLP, Mario Manuel Castro Fucci, azuleño e hijo de otra azuleña, la señora Rosa Fucci. Esa madre ya viuda, vivía en Olavarría y fue uno de los motivos por los que Mario y su esposa Olinda Quiroga, decidieron instalarse en esta cuando él fue contratado. Nos conocimos entonces y nuestra amistad perdurará.
Mario era un químico de excepción, con una espléndida formación, gran experiencia laboral adquirida en La Plata y sus laboratorios del Instituto Biológico Provincial y de enorme capacidad para resolver la carencia de materiales propios de los laboratorios de todo tipo.
Unía a lo anterior, lo aprendido con su padre, gran carpintero y ebanista. Y, el total lo convertía, a mi amigo Mario, en un ser pletórico de ideas, muchas de las cuales llevó a la práctica.
Humanamente, también era un ser destacable. Afable, educadísimo, atento a las dificultades de sus estudiantes y sus colegas. Generoso y compañero.
Formó a muchos profesionales de la Agronomía y del Profesorado en Física y Química que se desarrolló en la Facultad de Ingeniería. Siempre con sus buenos modos y el acompañamiento de Olinda quien, habiendo egresado de la misma carrera en la UNLP, trabajaba a la par.
Su amor por la enseñanza lo impulsaba constantemente y pudo disfrutar del cariño y de la consecuencia de grandes personalidades dedicadas a la “enseñanza para enseñar”, tal es el caso del grupo de didactas de Santiago de Compostela que lo invitaron a trabajar con ellos en Galicia y a discutir las consecuencias pedagógicas de sus trabajos.
Formó parte bien activa de un grupo de docentes universitarios argentinos, el que se llamó “Escuela de Ciencias Integradas” y departió con filósofos, químicos, biólogos, matemáticos, físicos de numerosas universidades argentinas y extranjeras. Los temas, siempre estaban dirigidos a la enseñanza en el nivel secundario y permitieron aportar muchas ideas que resultaron más que adecuadas para mejorar el aprendizaje. En ese entorno, Mario brillaba e hizo numerosos amigos.
No somos muchos los que pudimos disfrutar de sus miniaturas en el terreno del material para ensayos químicos. Sin embargo, una de las grandes cosas que hizo, y más aún en el terreno de la enseñanza, son sus sistemas micro-Kjeldahl, con los que se obtienen digestiones notablemente completas y resultados muy precisos, con sus bloques de aluminio, devastados para ubicar en hoyos de inclinación precisa los tubos digestores.
¡Qué decir! de las “buretas a tornillo”, o de sus ingeniosas soluciones para las tomas de muestras, o … Fue un verdadero artesano, pensante y dedicado a la precisión y lo minúsculo.
Amante infatigable de los libros a los que devoraba. Enemigo acérrimo de los “apuntes” y de “los diez mil problemas” que suelen presentarse a los estudiantes… “Esos son simples ejercicios” decía. Y, añadía: … “la repetición endurece los músculos”… “Debemos ayudar a pensar”… “Necesitamos que los estudiantes conozcan la vida y la historia de nuestros Maestros, de los inventores, de quienes desarrollaron técnicas a partir del conocimiento de cada caso”…
Fotógrafo de los amaneceres, pintor, escultor, carpintero, jardinero, conversador sin fatigas…
Pero, fundamentalmente, un amigo sin dobleces, un profesor comprometido con el conocimiento y un ser humano que formó una familia unida, serena, trabajadora y solidaria.
Sufrió mucho por no sentirse comprendido. Ayudó a muchísimas personas. En fin, perdimos un gigantesco corazón y nos quedan lo mejores recuerdos.”